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¿PORQUÉ SER PARTIDARIO?

Para Claudio Perez (nombre ficticio) era clave para su vida en Zarcero si ganaba “un mariachi” la presidencia.  Si ganaba la Unidad él pasaba a ser policía con salario, uniforme y portador de armas; se convertía en persona importante en esa ciudad.  Cuando perdía su partido pasaba a buscar empleo en una bomba echando combustible a los vehículos, o a veces manejaba camión.   Como Pérez había miles de costarricenses que ocupaban chamba cuando su partido ganaba la elección. 

En la época donde hubo dos partidos principales los seguidores de uno u otro que ganaba pudieran esperar nombramientos a puestos, becas para sus hijos, bonos, placas para taxis, concesión de servicio de autobús, viajes, contratos de todo tipo, y si llegaba el presidente al pueblo y le saludaba por nombre frente a los amigos era sentir un bienestar no imaginable.

Entre 1950 y 1998 (48 años) Liberación Nacional ocupó la presidencia por 28 años y la Unidad por 20. 

Ser seguidor de una agrupación u otra era imprescindible y ganar o perder era de importancia.  Cuando se acercaba la fecha de una elección claro que se colocaba la bandera de su preferido en el techo de la casa.  Desde luego que uno asistía a los eventos, discursos, plazas públicas luciendo los colores del partido.

En el Siglo XXI cambió todo.  Primero la policía se profesionalizó y sus miembros se mantienen gane quien gane una elección.  Lo mismo en otras instituciones de importancia.  Los contratos se canalizan a través de SICOP y ¿quién quiere una placa de taxi ahora?  Las becas se otorguen dependiendo en la necesidad.    Ganando las riendas “del poder” en Zapote no otorga control sobre varias fuentes de ayuda que sí existían antes – más poder en ese sentido pudiera tener un alcalde en un cantón de cierto tamaño.

Los partidos políticos proliferan, pero es difícil recordar sus nombres y aún más oneroso es conocer sus colores y lo que son sus banderas.   ¿Qué se obtiene anunciando que uno es seguidor de uno u otro?  Probablemente nada y aunque gane la elección.

El PUSC anunció recientemente que no era “taxi partido.”  En ese sentido quería dejar claro que no estaba para que un aspirante pudiera montarse, pagar lo que marcaba la maría y luego bajarse cuando deseaba.  Ese partido busca personas que han tenido compromiso con el mismo por lo menos por cuatro años.   Puede ser que en el PUSC pueden definir lo que “no son” pero explicar porque son diferentes a las otras 45 agrupaciones es más difícil; aparte sería identificarse con un líder u otro.

Es difícil que aparezca un partido político con el poder de las agrupaciones de antaño, otorgando premios al granel a sus seguidores.  ¿Qué pudiera ofrecer un partido en el Siglo XXI que los distinguiera de los demás y que provocara un auge de seguidores?   Si no van a lograr servir excepto como vehículo, aunque no “taxi,” para algún aspirante presidencial ¿no es hora de buscar una manera distinta para elegir gobiernos?    Me parece que sí lo es.

cdenton@cidgallup.com