El emprendedor exhibe ciertas características que en su conjunto lo distingue de otras personas.  Primero, y, sobre todo, está dispuesto a tomar riesgos que si alguna aventura empresarial fracase implica la pérdida de dinero, de ser un hazmerreir, y          de pasar mal.  Segundo, tiene que poseer visión, de poder detectar oportunidades donde otros no las perciben. Tercero, es obsesivo y cuando está en etapa creativa solo piensa en su proyecto.

Hay efectos secundarios (igual que los medicamentos) y estos incluyen inestabilidad en relaciones personales, la inhabilidad de tener amistades cercanas, y el de poseer un sentido de humor más irónico incluso del que ostentan los políticos.

Toda sociedad produce emprendedores, pero son pocas las que les dan espacio y oportunidad de desenvolverse.  Los países latinoamericanos históricamente han sido entre los peores en ese sentido.  Específicamente en el comienzo de la época colonial (comienzo de Siglo XVI) el rey de España y el Papa llegaron a un acuerdo para bloquear la llegada del Renacimiento a ese país europeo y también a sus colonias.  Después de la liberación de las colonias se quedaron los ejércitos de ocupación (bajo distinto nombre nacionalista) y la Iglesia que estaba en contra de la educación de los pueblos. 

La ignorancia y el militarismo no forman un ambiente para fomentar creatividad y mucho menos el invento de productos o servicios nuevos.

Hay que señalar que Karl Marx no creía en el emprendedurismo.  La ideología marxista o su extensión – la socialdemocracia – cree que “los modos de producción” tienen que estar en manos “del pueblo” o en los que representan al pueblo como Perón o Lázaro Cárdenas, Torrijos o Gaitán. 

Mi opinión personal es que el Renacimiento comienza a llegar a algunos países de la América Latina a merced de las mujeres, que al fin están participando activamente en la economía.  El argumento que la mujer es más conservadora y que “no se atreve” es uno en que no creo con base en experiencia personal.

Ya es costumbre que todos los lideres políticos (menos los marxistas desde luego) digan que están a favor del emprendedurismo y ponen dinero a la orden de los PYMES.  Casi todos los programas fracasan porque no entienden que tener éxito en la formación de una empresa no depende de la existencia de capital – depende del talento y de las características del emprendedor mismo.  La Gallup argumenta con base en estudios en varios países incluyendo a México que primero hay que hacer un examen psicológico de las características del emprendedor.  Solo cinco por ciento de los habitantes de cualquier país tienen ese talento.  Luego es a esos que hay que darles el dinero para crear su empresa.

Ya varios países están desmantelando la estructura burocrática de la socialdemocracia en Europa y ahora en Argentina.   ¿Se liberarán finalmente otros países de los sátrapas, de los curas, de los burócratas?   Hay uno que otro político que sigue el ejemplo de Javier Milei, pero aún no hay estampida detrás de él.  Tengo los dedos cruzados a favor de las mujeres.

cdenton@cidgallup.com