Cada vez que regreso a Costa Rica siento como que he llegado a un país especial en comparación con el lugar visitado.  Salí cuatro días de la Semana Santa y el sábado regresé a ser saludado por una oficial de migración sonriente. La mujer maletera me contó de sus tres hijos con edades de 5, 7 y 12 y de lo feliz que estaba con ellos – siempre sonriente.  El taxista también lleno de optimismo y operando un auto eléctrico me dio la grata noticia que yo iba a pagar 2 mil colones menos por el viaje a mi casa por lo económico que es operar sin combustible.

Al llegar a mi casa encontré unos periódicos de miércoles y me puse a leerlos.  Mi sensación fue que los periodistas y supongo los editores viven en otro mundo –“un valle de lágrimas.”  Por ejemplo, me enteré que los docentes saldrán a huelga en cualquier momento. Si lo hacen serán de nuevo los niños y jóvenes de hogares de poca capacidad adquisitiva que perderán días o semanas de enseñanza exacerbando la diferencia entre pobres y los que no lo son.  Los docentes de la educación privada sí darán clases; muchos de ellos también enseñan en el sistema público.

También leí que los especialistas de la CAJA van a negar a trabajar horas extras; las listas de espera se duplicarán rápidamente y las personas que no tierne recursos para pagar el servicio que ocupan “fuera” no recibirán la atención quizás por años.  Algunos perderán la vida por falta de atención.  No entiendo porque no traen médicos de otros países o porque no mandan a los de la lista con cupón a un hospital privado.

Puse los telenoticieros e igual como la prensa escrita contienen mucha noticia de ahogados, muertes en carretera, acribillados, niños violados, y otras desgracias.  Prevalece la idea en varios medios que los “sucesos” pican el interés de la gente y más fea la debacle, mejor.

Las playas estuvieron llenas esta Semana Santa—ha sido la norma excepto durante la pandemia.  Miles de chiquitos y no tan jovencitos se broncearon; un tema de “gran importancia” entre los que se vacacionaban es el futuro de la Selección.  Después estaba la pelea de Yokasta Valle—el consenso es que realmente ganó la costarricense.  Y por supuesto “Mae, ¡qué cara está la comida! No parece un pueblo oprimido – más bien aparenta ser una población exuberante y llena de vida.

Pronto arranca la contienda presidencial de 2026.  Para los posibles candidatos hay que tomar una posición -- ¿está super mal el país? La mayoría de los que se postulan van a seguir el trillo donde pasan tantos de los perdedores – “el país es un desastre y la tarea es difícil, pero tengo un plan para corregir el rumbo y en cuatro años encaminar la nación en una dirección correcta.”  El ganador será el que dará esperanza, no desglosando todos los males si no hablando de las oportunidades de grandeza que tiene un país con una población tan feliz.

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