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NO SOY PACIENTE
En una ocasión pregunté a un médico que me hizo esperar 45 minutos para atenderme, aunque tenía cita, la razón por lo que había hecho. Me contestó “por eso se llaman pacientes” los que llegan en búsqueda de un servicio. Encontré la respuesta tan arrogante, tan contraria a lo que es una sociedad moderna, que cambié a otro médico que sí era relativamente puntual con sus citas.
En el Siglo XXI la sociedad no funcionaría si los compromisos de asistencia a reuniones no se cumplieran. No importa las presas, los enredos, los compromisos previos, en 2023 si un profesional tiene una cita con otro se respetan las horas. En el siglo pasado los aviones esperaban por pasajeros que se atrasaron llegando al aeropuerto; ya salen según agenda excepto si hay situaciones que no controlan –mal tiempo, huelga en la torres o desperfecto mecánico. En el pasado los estudiantes corrían para llegar a clases para encontrar que el profesor había llegado tarde. La norma para reuniones de negocios era que se comenzaba una media hora a una hora después de la convocatoria. Si alguien llegaba tarde el que presidía paraba todo para explicar al incumplido todo lo que ya se había tratado.
Hoy las clases se realizan a itinerario, los buses operan por reloj, las reuniones y conferencias se llevan a cabo tal cual se programaron. Si no fuera así la sociedad no funcionaría y ahora hay computadoras que dominan la asistencia y marcan la hora exacta.
Cabe la pregunta entonces -- ¿qué le da el derecho al médico contemporáneo de tratar a sus clientes (eso es lo que son, incluyendo si es un servicio del Seguro Social)? Los clientes (antes pacientes) deberían organizar y boicotear a los médicos que son impuntuales. El tiempo nuestro vale tanto como el del galeno.
Tomando en cuenta lo que paga el asegurado para tener acceso al Seguro Social el servicio que recibe debe ser equivalente al suministrado por un médico en el ejercicio liberal. Esto no tiene que ver con las esperas de que son obligados a aguantar los asegurados para ver un especialista. El problema es que muchas veces el servicio en los consultorios privados es caracterizado por un total desdén hacía los clientes en cuanto a horarios. Ya son pocos los que citan a todo el mundo para las 2 de la tarde y dependiendo en la orden en que llegó el paciente pudiera estar en la sala de espera a las 5 y 30.
Cada vez hay más servicios privados de medicina en oferta. Los que pagan por esos servicios normalmente están asegurados por el Seguro Social, pero prefieren ir a lo privado con la lógica que “allí si me atienden.” Pero en muchos casos no es así. Recepcionistas arrogantes o ignorantes, salas de espera incómodas (y ya no dan revistas viejas para leer) caliente, feo, se pregunta “¿Qué estoy haciendo aquí?) Es hora de que los clientes (no pacientes) insisten en recibir un servicio adecuado de los galenos. Si no se hace, seguirán abusando.
cdenton@cidgallup.com