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EL AMOR DEL PUEBLO
Los “gurú” de la política siguen insistiendo que el ser humano es racional y toma sus decisiones después de un análisis de algún producto, persona o servicio basado en el que mejor le beneficie a ella o a él. Han cobrado millones para dar sus análisis con recomendaciones a fabricantes, políticos y proveedores.
Si me preguntara sobre lo que debe hacer un político en una campaña política le diría “hay que enamorar al pueblo.” Y continuaría, “usted se tiene que enamorarse del pueblo.” Son emociones que prevalecen dentro del ser humano y es con base en las mismas que se deciden los votos. El amor florece cuando es de doble vía.
Para enamorarse de alguien, esa persona le tiene que gustar. Asiste a cualquier reunión política y ver al candidato en sus relaciones con los que se está reuniendo. Si estuviera enamorándose del pueblo estaría abrazando, tocando, viendo, sonriendo, y escuchando lo que dice la otra persona. Lo hace porque realmente está interesado. Cualquier cosa que dijera el futuro votante (solo escuchar la voz) sería interesante y merecida de recibir atención.
Entra el candidato asesorado por un gurú y saluda y sonríe, pero no escucha mucho. Después da un discursito de unos 15 minutos que probablemente provoca bastantes bostezos se despide.
En estos días visité un mercado con un candidato—yo mismo me emocioné viendo la interacción con el pueblo. Paso tanto tiempo hablando de los votantes y aplicando porcentajes que salir y poder ver a los votantes me descontrola positivamente. Lo percibí como visitar “Tierra Cero.”
A los candidatos les digo que se olviden de los programas de gobierno, las opiniones de los intelectuales y de los gurú. Agarré tres conceptos básicos y repetirlos a los grupos. Realmente lo que es importante es lo que ellos le dicen a usted –no lo que usted les dice a ellos.
A usted ¿no le gusta estar cerca de los pobres porque le pueden transmitir una enfermedad? ¿Qué hace usted en la política? Mejor renuncie de una vez porque es seguro que pierde. Lo que a muchos de los candidatos les cuesta entender es que en “el mercado político” todo el mundo tiene exactamente el mismo poder de compra – un voto. El más pobre barriendo la calle tiene el mismo poder que el más rico en sus oficinas suntuosas – y probablemente hay más de los más necesitados. Hay que convencer al pobre que votar por usted vale la pena.
Antes los partidos políticos servían para mitigar defectos inherentes en ciertos candidatos. Pero con su desaparición ahora es una elección entre personas y solo hay una manera para tapar defectos—el amor.
Los intelectuales y los gurú dirán que lo expuesto aquí es una apologética a favor del populismo. ¡Probablemente! Pero es la realidad.
Mientras tanto recordar como se sentía cuando se enamoró la primera vez. Era andar en una nube –nada pesaba—la entrega a la otra persona era completa. Usted como candidato deberá sentirse así con el pueblo, que se dará cuenta.
cdenton@cidgallup.com