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SIEMPRE FALTA EL PAPEL HIGIÉNICO

Hace años estuve de pasante en un ministerio del Gobierno de Costa Rica donde recogí datos e información para mi tesis doctoral en la Universidad de Texas en Austin.  Un amigo me advirtió que tenía que llevar papel higiénico porque en el sector público nunca había.  Una situación de este tipo no es problema para las mujeres; meten un rollo en la cartera y ya estuvo.  Pero para un hombre sí es más complicado—resolví llevando un maletín a la oficina todos los días con un cuaderno, un lapicero y un rollo de papel higiénico.

Después de un mes sentí suficiente confianza para preguntar porque no había papel y me explicaron que, si se suministraba, pero todo el mundo lo sacaba de los servicios sanitarios y lo guardaban en una gaveta de su escritorio.  Entre risas me dijo el director “salado los visitantes.” 

Pregunté el otro día a un funcionario del mismo ministerio y me comentó que había mejoría pero fundamentalmente todo sigue igual. “Los ministros y vice ministros y sus secretarias siempre tienen porque se guarda suficiente bajo llave en sus oficinas.”

Lo más importante de todo esto es el desdén hacía “los visitantes” que serian ciudadanos buscando información, ayuda o sellos en algún papel.  Esos visitantes son los dueños de todo el gobierno, pero una obligación de “ayudarles” no se nota y más bien hay cierta sensación de burla hacía los que requieren ser atendidos.  No solo no hay papel higiénico pero que espere el visitante mientras que a alguien les da la gana de atenderlo.

¿De donde salió esta actitud de los empleados públicos?  ¡¡Reciben un buen salario!! ¡No pueden ser despedidos! Tienen muchas prebendas y el horario es el mínimo.  La pensión es buena también.

En organizaciones del sector privado también hay trabajadores “tóxicos” pero los jefes los descubran y los despiden.  Un “tóxico” es como una manzana podrida en un barril – se quita o infecta a toda la fruta.  Pero el servicio civil mal aplicado en el país no lo permite. 

Antes en el Ministerio de Planificación existía una oficina que coloquialmente se llamaba “Siberia” donde estaban todos los tóxicos esperando la pensión y haciendo nada.  Era mejor que estuvieran allí que en una oficina de verdad donde había empleados motivados positivamente.   

Es importante notar que en el sector privado se puede bonificar a un empleado que hace más de la cuenta – algo que no existe en el público.  Si no hay papel higiénico menos va a haber dinero para bonificaciones.  Cuando se ha puesto pagos o categorías especiales en el sector público de repente todos los empleados lo reciben y todo sigue igual. En ese sentido prevalece la igualdad – no puede haber alguien que solo recibe un mejor salario.  Los sindicatos ayudan a promover ese concepto erróneo de la igualdad. El menos productivo pone el ritmo.

No ha llegado, que yo sepa, hasta el punto de que un paciente de hospital de la Caja debe llevar su papel higiénico propio cuando lo operan.  Pero ¿Quién sabe?

cdenton@cidgallup.com